24 septiembre 2006

Los símbolos en la construcción nacional española: la bandera.


"Puede incluso hablarse de precocidad, pues "bandera nacional" fue el término que figura en el decreto por el que Carlos III dispuso la utilización, por parte de la marina de guerra, de una enseña rectangular, apaisada, compuesta por tres franjas horizontales, rojas en los extremos y amarilla, de doble anchura, en el centro [...]
Una bandera es, desde luego, lo primero que diseña todo el que concibe un proyecto nacional[...]En la guerra napoleónica proliferaron los estandartes y banderas, diferentes según los regimientos, pero la bicolor de Carlos III fue adquiriendo peeminencia, precisamente porque Cádiz, como plaza marítima, la convirtió en un símbolo de la resistencia contra los franceses. De ahí pasó a ser la enseña liberal, adoptada por la Milicia Nacional, con lo que Fernando VII evitó difundirla, aunque respetara su uso marítimo. Durante la primera Guerra Carlista fue enarbolada por el ejército cristino y al poco de terminada esta contienda, en 1843, se promulgó una ley que extendió su uso a todo el ejército de tierra. No significaba eso, aunque también se escriba con frecuencia, que hubiera ya bandera nacional, porque su valor seguía siendo militar y a nadie se le ocurrió coronar con ella los ministerios o edificios públicos de carácter civil [...] pero la guerra marroquí de 1860 vio entusiasmarse al país detrás de aquellos colores; y en 1868, por fin, los revolucionarios que derrocaron a aquella reina la usaron ya decididamente como bandera nacional. Era algo tarde. Se oponían a ella, desde luego los carlistas, que seguían fieles a la blanca con la cruz de Borgoña, pero también la Academia de la Historia, en cuyo nombre elaboró Cánovas un informe desmintiendo, con buen sentido histórico, la antigüedad y el carácter nacional de tal símbolo. Incluso la izquierda había cambiado sus preferencias con el paso del tiempo y los demócratas no se conformaban ya con las franjas roja y amarilla, sino que añadían una morada, derivada de la conocida mitificación liberal de los Comuneros castellanos[...] Hasta 1908 no se dispuso oficialmente que la bandera ondeara en todos los edificios públicos, y hasta 1927 no se ordenó que la enarbolaran también todos los buques mercantes. No hará falta recordar que la IIª República habría de volver a añadir la franja morada y el franquismo a eliminarla de nuevo. Sólo a partir de 1977, quizás desde aquella memorable aparición de Santigo Carrillo al frente de la plana mayor de un Partido Comunista recién legalizado, arropados todos por la bandera roja y gualda, ha ido siendo ésta aceptada como símbolo común por parte de quienes se consideran españoles".
José Álvarez Junco Máter dolorosa

La construcción nacional española: la enseñanza.

" En resumen el Estado español del XIX no hizo un esfuerzo decidido por crear esas escuelas donde, como dice Pierre Vilar, habían de "fabricarse españoles". Dejó que dominaran los colegios religiosos y en ellos se "fabricaban" naturalmente, "católicos". El plan educativo establecido por la ley de 1857, por ejemplo, no incluyó entre las enseñanzas del nivel elemental una historia de España, mientras que sí había "Doctrina Cristiana y nociones de Historia Sagrada". No sólo se despreocupaban de la historia de España y de los valores cívicos, en beneficio del catecismo y la moral cristiana, sino que, cuando la eficacia pedagógica lo exigía, la doctrina se enseñaba en vasco, catalán o gallego, en vez de en la lengua oficial del Estado.
Esta fue la diferencia radical con Francia, un país que había heredado del Antiguo Régimen una diversidad lingúística parecida a la española y que entre finales del XIX y comienzos del XX, en dos o tres generaciones, so pretesto de erradicar el analfabetismo, desarraigó las distintas variedades de patois e impuso por doquier el francés parisino.
[...] No es fácil pronunciarse sobre la fuerza o debilidad de este proceso nacionalizador. Los datos parecen dar la razón a quienes se pronuncian por la segunda: el proceso fue escaso, y buena parte de la responsabilidad recayó sobre el Estado, cuyo papel en el mismo fue insuficiente. Pero escaso, débil, insuficiente, son términos relativos. Es fácil acumular datos que prueben esta tesis de forma abrumadora, siempre que sigamos comparando a España con Francia. Pero no lo sería tanto si pensáramos en otros países de la periferia europea como la propia Portugal- en la que , sin embargo, la nacionalización no fracasó, a juzgar con los resultados".
José Álvarez Junco: Máter dolorosa